martes, 7 de junio de 2011

El arquitecto de la moda

De Balenciaga dijo Dior que era el “couturier of couturiers”. La gran Coco reconoció “es el único de nosotros que es un verdadero couturier; es el único diseñador capaz de cortar, montar y coser un traje él mismo”.

Su carácter introvertido, ascético y su integridad y disciplina, le hizo ganar el sobrenombre de “el monje”. Su carácter perfeccionista le llevaba a desmontar y montar un vestido innumerables veces, hasta alcanzar la perfección.


Nacido en Guetaria (Guipuzcoa) en 1895, hijo de una costurera, demostró su talento desde una edad muy temprana, tanto que, ya con 19 años, en 1914, abrió su primera tienda –Eisa, en honor al apellido de su madre, Eizaguirre- en San Sebastián, bajo el mecenazgo de la Marquesa de Casa Torre. Poco tardó en convertirse en el sastre favorito de los grandes de la época.

Fue uno de los pocos diseñadores que, no sólo abocetaban sus creaciones, sino que también las confeccionaban. Su habilidad en crear volúmenes y formas fue asombrosa, dando a las prendas un acabado perfecto, escultórico. Se ha dicho que su percepción de la mujer es más japonesa que occidental, ya que aunque sus modelos no resultan eróticos a los ojos occidentales, ya que encierran a la mujer, destacan mucho la nuca, elemento muy erótico en la cultura nipona. Manifestó su predilección por los tejidos con peso, que enriquecía con bordados a mano, lentejuelas o pedrería.



En 1939 impuso un estilo totalmente innovador con sus modelos de cintura pinzada, hombros caídos y caderas redondas. Tuvo especial aceptación su abrigo cuadrado – en el que la manga se cortaba en una sola pieza junto con el canesú-, sin cuello ni botones, su combinación de negro y marrón o encaje negro sobre rosa brillante. Tras la II Guerra Mundial reinventa la moda femenina y sus diseños se vuelven “aerodinámicos” y lineales, desmarcándose de Christian Dior y su New Look, promotor de la figura “reloj de arena”.



Balenciaga apostaba por las líneas fluídas lo que le permitió adaptar la moda al cuerpo de la mujer.  Apuesta por la manga tres cuartos, la caída en forma de túnica y la manga murciélago. En 1953 introdujo la chaqueta-globo, una esfera elegante que envolvía el torso y servía de pedestal para la cabeza. En 1957 llegó la creación del vestido “baby-doll”, sus abrigos capullo, la falda globo. Ni en el vestido saco, creación de 1957, ni en sus camisas de 1958 se percibía la cintura, pero ambas fueron copiadas mundialmente por el prêt-à-porter. También fue el creador de los impermeables transparentes. Todos estos diseños innovadores configuran su más importante contribución al mundo de la moda: una nueva silueta de mujer.


Más de una década se ha dedicado al proyecto de su Museo, que por fin ve la luz hoy, 7 de junio. Por fin se hace justicia al más grande diseñador de alta costura que ha dado España y uno de los más grandes del mundo.


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