Hace unos días una amiga me decía que no hay nada
peor que volver al trabajo. Me lo dice alguien que ha estado todo el mes de
agosto contemplando como le crece la pelusilla alrededor del ombligo. Es una
suicida. Oírlo y sentir unas ganas irrefrenables de arrearle un bocado en el
velo del paladar, fue todo uno. Querida, mucho peor es chuparse todo el
veranito (para inri, dicen que el más caluroso hace docemilquinientostrillones
de años, por lo menos) en Madrid, currando como una campeona. Y, no me quiero
poner tertuliana radiofónica, pero aún peor, si me apuras, es no tener trabajo
al que volver, ni en septiembre, ni en juliembre.
Hay cosas que son tan inevitables como los gritos en
el programa Sálvame, y una de ellas
es el ansia de cambio que nos entra a todos en septiembre. Da igual si hemos
pasado el mes de agosto alimentándonos de paella de mosca a precio de menú de
Adriá en un chiringuito playero o si hemos disfrutado del mes esquivando
turistas mientras enterrábamos los tacones en la derretida Gran Vía, camino del
trabajo; es llegar septiembre y a todos nos entra la fiebre del cambio de
armario.
Yo, particularmente, odio el frío, la lluvia y el
viento, vamos, que oigo la palabra otoño y me salen estigmas, pero es arrancar
la hoja de agosto en el calendario y entrarme un deseo irrefrenable de que el
termómetro se desplome. Puede tener que ver con que cada vez que entro en mi
vestidor, un montón de ropa con la etiqueta colgando me susurra
“estréeeeeenaaameeeee” y claro, prefiero arriesgarme a vivir esos episodios
Poltergeist que ponerme mi nuevo perfecto de cuero con 40ºC a la sombra.
Como para mi desgracia soy de las que tiene que
ganarse el pan con el sudor de mi frente (para los interesados, no tengo ningún
problema en ser mujer objeto a cambio de una Visa Platinum), mis esfuerzos se
centran este mes en adaptar mis working looks.
No descubro nada si os digo que en esta época del año
es imprescindible una blazer. Obligatoria una en color negro para complementar
cualquier look. Yo me quedo con la propuesta de Blanco.
Pero como afortunadamente los colores no son sólo
para el verano, me ha encantado el rosa furioso de Escada White Label.
Fabuloso también el azul klein que nos ofrece Mango
(cuanto más lo miro, más me gusta el corte de esta chaqueta).
Otra opción son las chaquetas chaneleras, que,
afortunadamente se niegan a abandonarnos. Podéis elegir la versión larga de Zara
(tiene que ser mía o me da un algo)
O las versiones cortas que he visto en Pull &
Bear
O Mango
Para mí también es inevitable hacerme cada otoño con
un nuevo trench. El elegido este año es la versión con mangas desmontables (¡genial!)
que ofrece Blanco.
Imprescindible también un traje de chaqueta. Me ha
encantado esta opción con pantalón capri que me ha salido al encuentro en Zara.
Otra prenda en mi punto de mira son las blusas
blancas. Escaparé del blanco Vip Express con la propuesta de Sonia Rykiel.
O la opción de Coosy con cuello joya.
Por supuesto, indispensable este año una con tachas
(ni en la oficina nos libraremos de los clavitos…)
Y un top peplum para actualizar cualquier traje de
chaqueta. Me quedo con el que he encontrado en Zara.
También peplum, pero multicolor, fantástico para
alegrar el traje más sobrio, la opción de Blanco.
Personalmente, y por una cuestión de pereza mañanera,
suelo elegir vestidos para ir a trabajar. Agarro una percha y ya no tengo que
pensar en más combinaciones, permutaciones ni variaciones. Me ha encantado el
golpe de color que he encontrado en Blanco (que contradicción…), fantástico
para combinar con una americana negra y no rendirse a la tristeza del otoño.
Y la opción salvaje (no voy a hacer la gracia de que
la oficina es una jungla, pero hay alguna que otra cobra, y buitres, ni te
digo…) que he visto en la misma tienda.
Siguiendo con las bromitas, si pensáis que el trabajo
es la guerra, habrá que ir preparada con el vestido de estilo militar que nos
propone Mango.
No es un vestido, pero nos librará de tomar
decisiones, el fantástico mono que he visto en Zara.
Si preferís la comodidad del pantalón, podéis elegir
la versión más sobria de Red Valentino.
Yo me quedo con el estampado pañuelo de Massimo
Dutti, hipercómodo para enfrentarnos a las jornadas maratonianas.
Y me he rendido a la idea de transformar mi despacho
en el jardín multicolor que nos propone Blanco.
Obligatorio también un buen surtido de faldas. Estoy
enamorada del engomado de Zara,
del estilo Señorita Rottenmayer con alerones de
Blanco (maravillosa para combinar con jerseys de color, muy Mad Men),
y del fresón invernal de Moschino Cheap & Chic.
Me tiene totalmente enamorada el cinturón peplum de
Zara, genial para customizar todas mis faldas lápiz del año pasado.
La semana que viene amenazo con la elección de
complementos. Mientras tanto, venga, a trabajar sin miedo del ratón.