domingo, 11 de septiembre de 2011

Un día en Nueva York


Durante toda la semana los medios de comunicación nos han estado bombardeando con el recuerdo del 11-S de hace una década. El día que cambió el mundo. Hoy, diez años después, me siento obligada a rendirle homenaje a la ciudad en la que pasé una pequeña parte de mi vida que me cambió para siempre y me hizo sentirme extraña en cualquier otro lugar. Obligada a homenajear a mi ciudad, Nueva York.

Veamos, podría empezar liándome a dar cifras como una posesa: que si casi 9.000.000 de habitantes en la ciudad y 22.000.000 en el área metropolitana, que si una extensión aproximada de 780 km2, que si…, que si… Pero no voy a hacer eso, porque nadie habla de alguien a quien quiere diciendo cuantos huesos tiene o su peso o talla de chaqueta.

Lo primero que os voy a decir es que para mí Nueva York no es una ciudad, es un estado de ánimo. Es alegría en Greenwich Village y el Soho. Es tranquilidad en Queens y placidez en las mañanas de Central Park. Nostalgia en la playa de Coney Island.

¿Os apetece dar un paseo conmigo por mis lugares favoritos en la ciudad que nunca duerme?

Llegar a Manhattan supone dar un giro radical a tu concepto de ciudad. Llegar a Manhattan no tiene comparación con ninguna otra cosa que hayas podido ver, oír o sentir jamás. Porque, en pocas palabras, es la capital del mundo. Es Italia con sus “mammas” vestidas de negro. China y el pescado secándose al aire en los puestos callejeros como pequeñas piezas de ropa. La pintoresca, vieja Europa y sus terrazas animadas con toldos de colores y macetas atestadas de flores. África y sus mujeres vestidas como mariposas multicolores tocadas con peinados imposibles. India y sus hombres de turbante y semblante impasible.

Abróchate el cinturón, porque después de casi 8 horas de vuelo hemos llegado al JFK. Desde allí, la carretera hasta Manhattan deja ver a lo lejos la ciudad de los rascacielos. Pero Manhattan sólo es uno de los cinco distritos de la ciudad de Nueva York. Los otros cuatro son Queens, El Bronx, Brooklyn y Stanten Island. Pero es esta isla de 20 kms. de largo por algo más de 3 de ancho la que va a acaparar nuestra visita.

Cuando llegas por primera vez a Manhattan te sientes pequeño, muy pequeño y muy perdido. Y miras hacia el cielo en busca del final de esas torres que se elevan tan poderosas. ¿Queréis ver el cielo? Subamos entonces al Empire State. Hoy por hoy el edificio más alto de Nueva York. 102 plantas que sirvieron para que King Kong se batiera en duelo con aquellos míticos aviones o para multitud de románticos encuentros cinematográficos. Es una mole que impone desde abajo y enamora desde arriba. En el observatorio de la planta 86 te sientes observando un mundo de juguete, con cientos de pequeños puntos amarillos yendo y viniendo, los famosos taxis neoyorkinos. La cuadricula perfecta de sus calles y avenidas. El Central Park, el bajo Manhattan con sus callecitas desordenadas y, más allá, la Estatua de la Libertad. Y al alcance de la mano mi edificio favorito, el Chrysler con su cúpula puntiaguda y reflectante. Si vamos de noche, la panorámica de la ciudad es impresionante, pero de día se puede contemplar el Central Park.




Casi 5 kms. de largo por cerca de uno de ancho. Esa es la extensión de este gran rectángulo de vegetación. Pero no es sólo el pulmón de Nueva York. Son sendas para pasear tranquilamente, montar a caballo o patinar. Barcos veleros teledirigidos en sus lagos. Ardillas. Tiovivos. Campos de césped recién cortado. Y Strawberry Fields. El lugar preferido de John Lennon. En el centro un mosaico en blanco y negro con la palabra IMAGINE. Y alrededor plantas traídas de todas partes del mundo. Enfrente el misterioso Dakota, lugar que eligió para vivir y a las puertas del cual fue asesinado. Y al otro extremo del parque, el Metropolitan. Uno de los mayores museos del mundo, con su inmensa cristalera por la que el Templo de Dendur se asoma a la Gran Manzana.

Va cayendo la noche. La noche ajetreada, la noche del claxon eterno y de los luminosos de Times Square. Broadway, la avenida más larga de Nueva York (nada menos que 33 kms. de longitud) y la única que atraviesa la isla de Manhattan en diagonal, en su cruce con la 7ª avenida forma Times Square. En Times Square cuando llegas por primera vez te pierdes entre luces de neón, pantallas gigantescas, el barullo del gentío y las mil y una tiendas. Relojes, camisetas, láminas, comida. Es el corazón de la isla. De día los luminosos continúan siendo luminosos y de noche no duerme. Las tiendas siguen ahí y sólo la gente es diferente. Porque cada día 2.000.000 de personas pasan por ese lugar y muchos millones en el mundo lo ven a través del cine, la televisión, las fotografías, la pintura.

Pero Manhattan se escribe también con sus puentes.


Llegar a la parte central del Puente de Brooklyn y contemplar desde allí la parte baja de Manhattan mientras el sol se está poniendo entre las acristaladas torres y algunos rayos se escapan entre los edificios, envolviéndolos, es magia. Mientras a nuestro lado la gente corre y camina, mientras no paran de pasar patinadores y ciclistas, nos apoyamos en el muro metálico repleto de gruesos remaches y dejamos que nuestra mirada se pierda en el downtown de Manhattan. Al fondo, entre la neblina del atardecer, podemos distinguir a Miss Liberty. Si giramos, el azul del increíble Puente de Manhattan, también colgante, brilla con luz propia, sin duda prestada de la del atardecer. La ciudad comienza a engalanarse de luces para recibir a la noche.

Una ciudad que nunca duerme. Trepidante. Sonora. Grandiosa. Hipnótica. Variopinta. Natural. Mundial. Materialista. Capitalista. Exigente. Cautivadora. La noche para Times Square. El atardecer para Wall Street y el Puente de Brooklyn. Las primeras horas de la tarde para Central Park. El resto del día para cualquier lugar.

Si vais a Nueva York consultad el calendario lunar, porque ver la luna llena sobre Manhattan es, simplemente, inolvidable.


4 comentarios:

  1. Impresionante descripción, tengo que volver a Nueva York,YA!

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  2. Es mi sueño pendiente....
    Menudo post, aún me han entrado más ganas de ir!! ;)
    Aunque no podremos evitar recordar el 11-S cada vez que oímos o leemos la palabra Nueva York, y por Dios y por todos los que estamos aquí....Qué no se vuelva a repetir
    Te felicito, has sido capaz de publicar 2 buenos post en un día!!
    Besos!

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  3. Qué post más currado!!!
    Parece mentira que hayan pasado ya tantos años desde la tragedia... recuerdo perfectamente ese día como si fuera ayer!!

    New York... una de mis ciudades preferidas!
    Ya he ido unas cuantas veces, y más que pretendo ir!!!

    Besos mil!

    http://somestylestories.blogspot.com

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