Con la temporada BBC (ya sabéis, bodas, bautizos y
comuniones), nuestras cabezas se llenan de alas. No es que en ellas habiten más
pájaros que habitualmente (la mía normalmente es ya un Tokio aviar) ni que el
calor haga que hordas de moscas acudan a nuestra cabellera (¡qué imagen más
desagradable, por Dios!). Es que, cada vez más, aprovechamos cualquier evento
para adornarnos la cabeza.
Yo me pierdo por los tocados (no me voy a engañar, cualquier cosa que se
pueda colocar sobre el cuerpo, me fascina). En una época de mi vida que mi,
nunca suficientemente amada tía, ha dado en llamar “fase cucaracha” (creedme,
no tiene nada que ver con The Beatles), en la que el espíritu de Louis Brooks
me poseyó (lástima que sólo fuera el espíritu, y no el físico), decidí cortarme
el pelo y teñírmelo de negro ala de
cuervo. En un intento de adornar tan estruendoso error, me dio por las
diademas, tocados, sombreritos y pamelas, gusto que, una vez he regresado a mi
melena rubia (¡Nunca mais!), he mantenido.
Volvamos al tema. Los tocados pueden usarse en
eventos de día y de noche, pero hay que tener en cuenta que su tamaño ha de ser
inversamente proporcional a la luz que haya, es decir, cuanto más avance el
reloj, más pequeño ha de ser lo que nos pongamos en la cabeza. En consecuencia,
la pamela está totalmente descartada para las bodas de tarde-noche.
Otra regla que no hay que olvidar es que no podremos
librarnos del tocado-sombrerito-pamela, hasta que lleguemos a casa y lo
sustituyamos por el gorrito de dormir, así que es recomendable llevar algo
moderadamente cómodo (¡qué daño ha hecho Ascot!) y poco agresivo con el vecino
de mesa, o sea, hay que tener en cuenta el espacio vital que tendremos en la
mesa, para intentar volver a casa sin llevar clavada en la pluma de faisán la
córnea del compañero de langostino.
Los colores y materiales dependen de la época del
año. El frío del invierno permite terciopelos y fieltros, mientras que el
acelerón que el termómetro pega en verano nos pide rafias, arpilleras,
sinamays, plumetti o encajes. Eso es pura lógica, probad a llevar en una boda
de mañana un, pongamos, veintitantos de julio, en Córdoba, una preciosa pamela
de fieltro, bien caladita hasta las cejas, y luego me llamáis para contármelo desde
la ambulancia del 112.
Más consejos de pura lógica: si optamos por llevar
tocado, olvidemos la combinación de la caja fuerte y démosle el día libre a las
joyas.
Y la regla de oro: a excepción de las testigos de
bodas nocturnas, con tocado, vestido corto.
Dior pensaba que los sombreros debían rematar la
línea del vestido: “es el final de un
traje al igual que el zapato”. Sé que es una maldad, pero he visto
invitadas que invierten el orden, y llevan tocados que parecen chanclas y
zapatos similares a boinas.
Si hablo de tocados, en mi opinión, no puedo empezar por otro que no sea
Philip Treacy, cuyas creaciones son objeto de culto. Borrad de vuestras
neuronas aquella cosa que le puso en
la cabeza a la princesa Beatriz de York en la boda de su primo. Ese
indescriptible híbrido entre marco del Todo a 100 y tapa de inodoro no hace
honor a sus maravillosas creaciones. Aunque el poder visitar su único punto de
venta en España es una estupenda excusa para ir a Sevilla, sin movernos de
casa, en 24fab podemos
encontrar esta fabulosa diadema con maxilazo.
En la misma web me he enamorado de esta maravilloooosa
pamela de Clara Gortázar.
Pero no dudaría en serle infiel con la pamela Willow
de Bundle Maclaren que también podéis alquilar / comprar en la misma web.
Las creaciones de este sombrerero me parecen extraordinarias.
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Emily |
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Laura |
Siempre me enamora la elegancia de las propuestas de
Rosario Berrocal.
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Pamela Cibeles |
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Pamela Florencia |
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Sombrero Bali |
A estas alturas de la película no voy a destriparos
el final si os digo que la creatividad española es fantástica en todos los
sentidos. Eso ha favorecido que en los últimos años hayan aparecido un montón
de creadores dedicados a vestir nuestras cabezas. Una de mis favoritas es la
sevillana Cherubina que, para mi perdición, ha abierto también tienda en Madrid. Me encantan sus
mariposas, y no puedo evitar caer rendida ante sus diademas,
tocados,
Mimoki nos regala un estallido de colores. Me he
rendido a su chistera de rafia cuajaditas de fucsias y fresas.
Cuando estaba intentando levantar cabeza (nunca mejor
dicho), me he desmayado ante este casquete de orquídeas tropicales.
La misma flor la emplea para adornar su fabulosa ala
de rafia.
BohoChic nos adorna con todo tipo de flores. No puedo (ni quiero) resistirme a su
Campanillas,
ni a sus flores emplumadas (uf, uf, uf).
Y no dudaría en arrasar con la noche acompañada de
uno de sus tocados joya.
Black Dyamonds nos regala formas imposibles en materiales naturales,
nos rodea de mariposas,
y nos cubre de flores.
En Un lugar en el mundo by Paula he encontrado un estanque con nenúfares,
y maravillosas mariposas.
Sin palabras me dejan las flores de la vallisoletana
La Guinda,
solas,
o apoyadas sobre un campo de rafias.
Y hasta el verde menta le perdono a su Matilde.
Esta temporada, ¡tocan tocados!